03 enero 2006

El viajero que no quería iniciar su viaje

Siempre es igual. Y no por conocida resulta menos molesta esta sensación que me invade antes de cada viaje. Siento pereza y cierta ansiedad. Uno tiene un estilo de vida organizado: reuniones, trabajo, amigos, vida social, un hogar... y cuando observas que en apenas unos días todo va a cambiar radicalmente, uno siente inquietud ante el inminente cambio. Cada vez que tengo que realizar un viaje en solitario, ocurre lo mismo. Y eso que en este caso hay cierta novedad, ya que al menos en la fase inicial del viaje - y si la prudencia lo recomienda, igual durante todo el viaje -, tendré la compañía de un conocido, mi amigo Mauricio que anda ya por su casa de Cartago.
Y eso que esta vez mi viaje, por necesidades del guión laboral que rige la vida y los ingresos de uno, es realmente corto. Apenas dos semanas será el tiempo de que disponga para cruzar el charco y tratar de conocer, al menos mínimamente, este rincón del mundo.