28 marzo 2011

Un viaje sin retorno -de momento- a las Islas Baleares.

A la ciudad de Palma, capital de las Islas Baleares, llegué en el mes de enero, justo después de celebrar la Navidad más tranquila de los últimos años. Sabía de este viaje y por ello decidí pasar las fiestas completamente, por primera vez en años, en compañía de mi familia, en casa. Las circunstancias así lo requerían.

A la isla de Mallorca sabía cuándo llegaba, pero no cuando regresaría. No hay fecha de retorno. Acepté un proyecto de trabajo aquí y aquí estoy. No hay tiempo de momento para más viajes que no sean los laborales, además de mis puntuales escapadas a Castellón para visitar a la familia.

No se apure el lector, tras dos meses, la sensación de que tengo todavía es de estar viviendo un gran viaje. Cada día descubro nuevos rincones en la ciudad de Palma,o una nueva palabra en mallorquín, o un nuevo pueblo de interior, o un nuevo vino de la tierra, o un nuevo aroma proviniente del omnipresente Mar Mediterráneo, o un nuevo guiso autóctono...

Este lugar, como todos, tiene mucho que descubrir. Y en ello estoy, aprovechando mi apretada agenda. La semana pasada, por ejemplo, pude visitar por primera vez la isla de Menorca y pasear por las tranquilas calles de Mahón, observando el puerto y degustar su gastronomía. Y cobro por eso, ¿se lo puede creer el lector?

De momento, no habrá más viaje que seguir descubriendo estas islas apasionantes.


Atardecer en el Puerto de Alcudia, norte de Mallorca.

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