Un paseo por La Habana bajo el tórrido sol tropical
Amanecí temprano. Uno de los misterios de Cuba es que tras beberte media botella de ron, amaneces sin resaca alguna. !No intenten hacer lo mismo en su casa!
El fuerte y aromático café que prepara Dulce María, me ayuda a recuperar fuerzas de inmediato y me anima a salir a la calle. Hasta las dos de la tarde no me desplazaré al aeropuerto, así que hay tiempo de volver a pasear por la siempre fascinante Habana.
Bajo un sol que a las 9 de la mañana ya resulta abrasador, vuelvo al Malecón, donde pasé la noche anterior. El espacio presenta un aspecto radicalmente distinto, casi desierto. Tan solo algunos pescadores ocupan aquí y allá el popular paseo marítimo de La Habana. Mis pasos se dirigen esta vez hacia el oeste, hasta llegar al curioso conjunto que forman la Sección de Intereses Estadounidenses y la plaza Tribuna Antimperialista. El lugar refleja perfectamente la complejidad de la relación Cuba-Estados Unidos. Un edificio de aspecto hermético, rodeado por una valla de seguridad y cámaras de vigilancia, acoge la misión diplomática estadounidense de La Habana. Dentro hay funcionarios trabajando, pero desde el exterior no se adivina actividad alguna. Fuera de la verja de seguridad, una legión de Policía Nacional Revolucionaria rodeja completamente el perímetro del edificio. Junto a ellos un sinfín de vallas con mensajes políticos dirigidos hacia la misión estadounidense en los que se leen mensajes como "imperialistas no os tenemos miedo", "patria o muerte venceremos", "bush terrorista", etc, etc. Y un poco más allá, un grandioso escenario dirigido hacia la propia misión, en el que periódicamente se organizan actos multitudinarios en contra de EEUU.
Tras realizar algunas fotografías del lugar -que publicaré en el blog en cuanto tenga ocasión- bajo la atenta mirada de los policías, que acaban por indicarme que debo abandonar el lugar, me dirijo de nuevo al este. En varias ocasiones interrumpo mi paseo por el semidesierto Malecón para tomar un refresco. El calor es axfisiante.
Mis pasos me llevan hacia el Paseo del Prado, lugar que en esta mañana de sábado se presenta muy animado. En la calle se vende artesanía, bocaditos, refrescos, dulces e incluso cerveza dispensada. El ambiente es muy familiar. Más allá el Capitolio y el Parque Central. Frente al Teatro de la Habana, edificio emblemático donde los haya, se celebra !una competición de karts! Y más allá una exhibición de acrobacias en bicicleta, y una actuación de unos payasos. Según me cuentan hoy se organizan de manera excepcional actividades para los niños.
Más allá el Barrio Chino, por el que doy un paseo. El calor aprieta. La zona está actualmente en restauración, y la verdad es que lo necesitaba. Más allá del pórtico de entrada, en el parque, y de la callecita donde se apiñan todos los restaurantes chinos de la zona, el resto del Barrio Chino presenta un aspecto de ruina.
Son casi las dos. En taxi me dirijo hasta la casa de Dulce María, para despedirme de ella y dirigirme al aeropuerto de La Habana. Mi vuelo a Nueva Gerona, parte en poco más de dos horas y no quiero llegar tarde esta vez.
El fuerte y aromático café que prepara Dulce María, me ayuda a recuperar fuerzas de inmediato y me anima a salir a la calle. Hasta las dos de la tarde no me desplazaré al aeropuerto, así que hay tiempo de volver a pasear por la siempre fascinante Habana.
Bajo un sol que a las 9 de la mañana ya resulta abrasador, vuelvo al Malecón, donde pasé la noche anterior. El espacio presenta un aspecto radicalmente distinto, casi desierto. Tan solo algunos pescadores ocupan aquí y allá el popular paseo marítimo de La Habana. Mis pasos se dirigen esta vez hacia el oeste, hasta llegar al curioso conjunto que forman la Sección de Intereses Estadounidenses y la plaza Tribuna Antimperialista. El lugar refleja perfectamente la complejidad de la relación Cuba-Estados Unidos. Un edificio de aspecto hermético, rodeado por una valla de seguridad y cámaras de vigilancia, acoge la misión diplomática estadounidense de La Habana. Dentro hay funcionarios trabajando, pero desde el exterior no se adivina actividad alguna. Fuera de la verja de seguridad, una legión de Policía Nacional Revolucionaria rodeja completamente el perímetro del edificio. Junto a ellos un sinfín de vallas con mensajes políticos dirigidos hacia la misión estadounidense en los que se leen mensajes como "imperialistas no os tenemos miedo", "patria o muerte venceremos", "bush terrorista", etc, etc. Y un poco más allá, un grandioso escenario dirigido hacia la propia misión, en el que periódicamente se organizan actos multitudinarios en contra de EEUU.
Tras realizar algunas fotografías del lugar -que publicaré en el blog en cuanto tenga ocasión- bajo la atenta mirada de los policías, que acaban por indicarme que debo abandonar el lugar, me dirijo de nuevo al este. En varias ocasiones interrumpo mi paseo por el semidesierto Malecón para tomar un refresco. El calor es axfisiante.
Mis pasos me llevan hacia el Paseo del Prado, lugar que en esta mañana de sábado se presenta muy animado. En la calle se vende artesanía, bocaditos, refrescos, dulces e incluso cerveza dispensada. El ambiente es muy familiar. Más allá el Capitolio y el Parque Central. Frente al Teatro de la Habana, edificio emblemático donde los haya, se celebra !una competición de karts! Y más allá una exhibición de acrobacias en bicicleta, y una actuación de unos payasos. Según me cuentan hoy se organizan de manera excepcional actividades para los niños.
Más allá el Barrio Chino, por el que doy un paseo. El calor aprieta. La zona está actualmente en restauración, y la verdad es que lo necesitaba. Más allá del pórtico de entrada, en el parque, y de la callecita donde se apiñan todos los restaurantes chinos de la zona, el resto del Barrio Chino presenta un aspecto de ruina.
Son casi las dos. En taxi me dirijo hasta la casa de Dulce María, para despedirme de ella y dirigirme al aeropuerto de La Habana. Mi vuelo a Nueva Gerona, parte en poco más de dos horas y no quiero llegar tarde esta vez.
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