20 julio 2007

Fiesta en la Playa (a lo cubano)

Si algo les gusta a los cubanos es organizar fiestas en la playa. Es tan simple como que una familia o un grupo de amigos tenga un transporte, comida, bebida y música, para que decida pasar una jornada en una playa más o menos cercana. Una vez allí se come, se baila y se bebe hasta que mosquitos y gegenes recomiendan la retirada.

Nada más llegar a la casa de mi amigo Santiago, propuse que organizáramos una de estas fiestas. Y por ello dedicamos parte de la jornada del miércoles a aprovisionarnos para la fiesta. En un restaurante nos vendieron un par de botellas de ron Cubay a precio rebajado. En la bahía conseguimos camarones pelados y unos buenos filetes de cherna. Carmen se encargó de comprar la vianda –yuca y calabaza- y la ensalada –tomates y aguacates-, además de elementos como el cilantro y el aceite. Francisquito, un buen amigo de la familia de Santiago, se encargaría de conseguir la música y un par de cajas de cervezas de a 10 pesos cubanos. El transporte, como no, sería la ya entrañable Panchita Ventolera, el Plymouth de Santiago.

Hacia las 10 de la mañana partimos desde Santiago en dirección este, hacia Sierra Maestra. Tras algunos kilómetros y tras un encuentro con un motorista de la policía que se interesa por saber si en el vehículo viaja algún yuma –no está permitido a los turistas viajar en vehículos particulares-, y tras una avería del Plymouth que Santiago consigue resolver, aparece de nuevo ante nosotros la costa. Junto a la carretera, van apareciendo infinidad de pequeñas playas y calas más o menos arenosas y más o menos frecuentadas. Son muchos los cubanos que en carro o en guagua se han desplazado hasta ellas para celebrar sus fiestas en familia. Nos detenemos finalmente en una encantadora calita conocida como El Caletón. Allí nos instalamos y cuadramos con un guajiro el que nos suministre arroz, algunas frutas, agua y hielo, a cambio de unos pesos y un trago. Santiago, ayudado por todos, va preparando la comida. El menú consistirá en un arroz, una caldosa y ensaladas. Delicioso.

La fiesta se prolongó hasta el anochecer, entre música, risas, comida y ríos de cerveza, ron y mentiritas –cubalibres-. Esto –le dije a Chago- es mejor que trabajar, compay.


El Caletón. (foto: Juan Carlos Enrique)

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