03 enero 2008

Nuevos planes de viaje. La vida sigue.

La mala noticia del fallecimiento de mi amigo Juan, que conocí ayer, ha provocado una caída en mi ánimo y un ligero cambio de mis planes de viaje. Pensaba partir hoy hacia Medellín, antes de continuar viaje hacia Bogotá, pero mi estado de ánimo recomienda refugiarme unos días más en Cartago, donde la gran familia que me acoge, me servirá sin duda de revulsivo emocional.

Eso sí, pese al mal trago de ayer, no dudé en dirigirme a una agencia de viajes para comprar un pasaje para volar a Leticia, el rincón más recóndito y misterioso de este país, totalmente aislado del resto del país y donde solo se puede llegar desde Colombia por vía aérea. La visita al lugar tiene su encanto. Primero hay que sobrevolar buena parte de la selva amazónica colombiana, lugar salvaje e inexplorado cuyos únicos habitantes son guerrilleros, paramilitares, narcos y cocaleros, aparte de algún indígena a punto de desaparecer del planeta. Después, uno aterriza en un lugar donde la autopista más cercana está a 700 kilómetros de distancia, y que tiene el encanto de ser el punto exacto donde Colombia, Perú, Brasil y el legendario Río Amazonas convergen.

Visitar este recóndito rincón requiere planificación previa, ya que como requisito obligatorio, se requiere la vacunación contra la fiebre amarilla, que debe realizarse al menos un mes antes de llegar al lugar. Y aunque no es obligatorio en frontera, si que es muy importante proveerse de profilaxis antimalaria, además de vacunas contra la hepatitis, tétanos y difteria. La selva amazónica es un lugar endémico de paludismo y otras enfermedades. El día 9 de enero volaré para allá. Voy preparado.

Hoy dedicaré el día a conocer la cercana ciudad de Pereira, o mejor, "Pereirita la Bella", como la llaman sus habitantes. Prometo post sobre esta excursión esta misma noche.

La vida sigue.

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