Viendo pasar la vida en Nueva Gerona
Si la Cuba real, esa que no se ve en Varadero, ofrece al viajero sin complejos la posibilidad de sumergirse en un relajado modo de vida, aquí en Nueva Gerona, capital de la Isla de la Juventud, este relajo se manifiesta en toda su plenitud. Aquí, con la salvedad de algún que otro ciclón devastador como el terrible Gustav del pasado septiembre, nunca pasa nada. La vida de los pineros fluye tranquila en familia entre bicitaxis, paseos a la caza de algo que comer y tragos de ron, cuando los hay.
Desde mi llegada a esta sosegada ciudad, el pasado 26 de diciembre, me he sumado a este peculiar modo de ver pasar la vida, en casa de Enrique y Odalis, a quienes tras muchos años de amistad, llamo sin tapujos mi familia cubana.
Un fortísimo resfriado -otro más-, sumado a la imposibilidad de conseguir un coche de alquiler -suele pasar-, me ha tenido además especialmente inactivo estos días. Apenas he salido de la casa los últimos días, dedicándome a conversar, cocinar, negociar con los vendedores ambulantes y reencontrarme con los amigos de la zona que, sabedores de mi llegada, van pasando por aquí a visitarme.
Mi resfriado y mi letargo, me han llevado también a desistir de pasar la noche de fin de año en La Habana y eso que anoche recibí la llamada de mi amigo Patrick Rohner, el suizo, anunciándome su llegada a Cuba desde Guatemala. Decidido: el fin de año lo pasaré aquí, en la Isla. Relajadamente con esta familia que desde siempre, me acogió como a uno más.
Hoy es día de preparativos, de compras. A primera hora de la mañana llegó el cerdo vivo que tras la matanza, asaremos por la noche y será protagonista de la cena. Hay que buscar unas botellas de ron y refrescos, que no es fácil. Las cervezas no siempre aparecen. Ah... y un cake, que así llaman aquí al pastel.
Esta noche no dormiré. A las cinco de la mañana me trasladaré hasta la terminal de ferrys para intentar subirme al único barco que el primero de enero enlazará Nueva Gerona con el Surgidero de Batabanó, para de ahí tomar una guagua y llegar por la tarde a La Habana. Toda una aventura.
El primero de enero se celebra el 50 aniversario de la entrada de Fidel y los suyos en La Habana y por tanto, se conmemora el medio siglo de Revolución Cubana. Si el destino quiere, y el ferry no se avería y no sale -cosa que suele ocurrir- estaré mañana por la noche en la Tribuna Antimperialista José Martí, en pleno Malecón, frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos, haciendo un gráfico corte de manga a este edificio y a lo que representa, junto a 50 o 100 mil cubanos, mientras la más importante orquesta cubana, losVan Van, nos llena el cuerpo de ritmo.
Espero poder estar ahí. Será un momento histórico.
Desde mi llegada a esta sosegada ciudad, el pasado 26 de diciembre, me he sumado a este peculiar modo de ver pasar la vida, en casa de Enrique y Odalis, a quienes tras muchos años de amistad, llamo sin tapujos mi familia cubana.
Un fortísimo resfriado -otro más-, sumado a la imposibilidad de conseguir un coche de alquiler -suele pasar-, me ha tenido además especialmente inactivo estos días. Apenas he salido de la casa los últimos días, dedicándome a conversar, cocinar, negociar con los vendedores ambulantes y reencontrarme con los amigos de la zona que, sabedores de mi llegada, van pasando por aquí a visitarme.
Mi resfriado y mi letargo, me han llevado también a desistir de pasar la noche de fin de año en La Habana y eso que anoche recibí la llamada de mi amigo Patrick Rohner, el suizo, anunciándome su llegada a Cuba desde Guatemala. Decidido: el fin de año lo pasaré aquí, en la Isla. Relajadamente con esta familia que desde siempre, me acogió como a uno más.
Hoy es día de preparativos, de compras. A primera hora de la mañana llegó el cerdo vivo que tras la matanza, asaremos por la noche y será protagonista de la cena. Hay que buscar unas botellas de ron y refrescos, que no es fácil. Las cervezas no siempre aparecen. Ah... y un cake, que así llaman aquí al pastel.
Esta noche no dormiré. A las cinco de la mañana me trasladaré hasta la terminal de ferrys para intentar subirme al único barco que el primero de enero enlazará Nueva Gerona con el Surgidero de Batabanó, para de ahí tomar una guagua y llegar por la tarde a La Habana. Toda una aventura.
El primero de enero se celebra el 50 aniversario de la entrada de Fidel y los suyos en La Habana y por tanto, se conmemora el medio siglo de Revolución Cubana. Si el destino quiere, y el ferry no se avería y no sale -cosa que suele ocurrir- estaré mañana por la noche en la Tribuna Antimperialista José Martí, en pleno Malecón, frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos, haciendo un gráfico corte de manga a este edificio y a lo que representa, junto a 50 o 100 mil cubanos, mientras la más importante orquesta cubana, losVan Van, nos llena el cuerpo de ritmo.
Espero poder estar ahí. Será un momento histórico.
Mi buen amigo Enrique cuidando del puerco que asaremos para celebrar el fin de año.
Etiquetas: Cuba
1 Comments:
Ups.... no siempre es su San Martín lo que les llega a los cerdos ;)
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