13 enero 2006

El vibrante ritmo de Cali. La zona comercial.

Y no me refiero, querido lector, a la salsa, el vallenato, el reggaeton y el porro, los ritmos que sirven de banda sonora a la mundialmente famosa noche caleña. Estos ritmos todavía no los descubrí. Me refiero al vibrante ritmo que las calles de esta ruidosa y colorista ciudad ofrecen durante el día.

Tráfico intenso, casi endiablado. Los coches particulares, furgonetas y camiones, compiten en una batalla por el espacio con los llamativos autobuses urbanos y los taxis amarillos. Todos corren en una alocada carrera por las calles anchas o estrechas de la ciudad. Un bullicio que se intensifica en horas punta, y a medida que uno se acerca al centro por la calle 5 o la 13.

Es toda una experiencia desplazarse en los pintorescos autobuses por la ciudad. Uno sólo tiene que instalarse en una parada, y tratar de decidir entre el enjambre de vehículos que pasarán frente a él, cual es el más adecuado para dirigirse a su destino. Ayudan las voces de los conductores que van gritando a su paso el nombre de la calle o la zona a la que se dirigen. Ah, y ¡cuidado! Estos autobuses urbanos van a tal velocidad que no esperan a que el viajero acabe de subir o de bajar del vehículo. Arrancan a toda velocidad cuando uno menos se lo espera. Así, que ¡precaución! Aún así, es toda una experiencia viajar en estos autobuses. Y eso sí, muy económica. Apenas 1200 COP por trayecto.

Da igual si llegamos al centro de Cali, subiendo por la 13, en autobús o en taxi -ante la duda el taxi es la mejor opción y también muy económica en toda Colombia-. El caso es llegar.

El centro de Cali es una inmensa zona comercial formada por grandes conglomerados de tiendas, centros comerciales. En determinados momentos, uno tiene la impresión de estar recorriendo en un zoco marroquí, tal es la concentración de establecimientos que encontraremos. En estos establecimientos se vende fundamentalmente ropa y calzado. Conviene aclarar que en lo que se refiere a la moda, Colombia es a América Latina, lo que Italia al continente europeo. La moda colombiana, es conocida y admirada en toda esta parte del mundo. Así pues, encontraremos un sinfín de tiendas de moda de todos los tamaños, calidades y precios.

Pero no sólo moda es lo que se vende. También abundan los lugares donde se vende oro, plata y bisutería, muy apreciados y económicos en Colombia. Y como no podría ser de otro modo, la inmensa y multiétnica nube de compradores y vendedores que diariamente pulula por estas coloridas calles, necesita servicios complementarios. Así pues abundan los piqueteaderos -pequeños restaurantes-, cafeterías, puestos callejeros de zumos, café y batidos y los coloristas carritos de los vendedores de frutas tropicales que venden mangos, papayas, guayabas y piñas de excelente calidad, bajo el implacable sol del trópico.

Otro negocio sorprendentemente abundante, es la venta de minutos de celular. Los colombianos son unos apasionados -¿o esclavos?- del teléfono móvil. Muchas personas llevan más de un terminal sin que se pueda entender el motivo y llaman y llaman continuamente. Y esta locura colectiva por el móvil ha sido aprovechada por muchas personas que se dedican a ofrecer sus teléfonos para que los viandantes realicen llamadas, a 250 ó 300 COP el minuto. Sorprendente.

Una explosión de colores, sonidos, gentío y sabores a la que dedico la práctica totalidad de la jornada, hasta la caida de la noche, en compañía de Milena y Alex.