18 enero 2006

El Pacífico tendrá que esperar. De vuelta a Cartago Valle.

En la mañana del lunes, amanecí en una confortable habitación del coqueto Hotel Casona del Virrey me levanté con la idea de dejar Popayán, para trasladarme de nuevo a Cali, y desde allí tratar de localizar un transporte para ir a Buenaventura.

Mi interés por conocer la población de Buenaventura, surge tras una conversación con el chofer de un taxi, que me habló de esta bella localidad. Se trata de una población situada en la costa del Pacífico colombiano, que además de ser el mayor puerto de todo el país, tiene paradisiacas playas y excelentes lugares para el buceo. Para un enamorado del mar, la posibilidad de visitar por primera vez el Océano Pacífico, era sin duda excitante.

Así pues, en la terminal de autobuses de Popayán, me subí a uno de los muchos transportes disponibles para enlazar con Cali. En esta ocasión un taxi colectivo de la empresa Velotax, que hace el recorrido por 18.000 COP por pasajero y que parte de manera inmediata en cuanto completa las cinco personas de pasaje.

Al llegar a Cali, en unas dos horas y media, encuentro un par de compañías que hacen el trayecto Cali - Buenaventura en autobús. Otras dos horas y media de viaje atravesando la Cordillera Occidental colombiana. La idea es llegar allí a media tarde, para encontrar un alojamiento, y dedicarme a conocer la zona en la mañana del martes.

Sin embargo, las cosas no siempre salen como uno planea. De repente me vino una idea a la mente... ¿vuelo para españa el jueves o el miércoles? Compruebo el pasaje y descubro que el miércoles por la mañana tengo mi vuelo desde Pereira. Problema.

El sentido común me hace desistir a regañadientes de mi visita a Buenaventura. Al ser una zona no tan bien comunicada como otras ciudades, existe la posibilidad -quizás remota- de que tenga problemas para volver el martes y eso significaría tener problemas para subirme a mi vuelo intercontinental.

Descartada la visita al Pacífico, decido trasladarme ya hacia Cartago Valle, el lugar donde inicié mi viaje, para pasar los últimos dos días de mi estancia en Colombia en compañía de mis amigos y anfitriones. Ahogaré en buen aguartiente antioqueño mi frustración.