01 agosto 2006

Conmoción en Cuba por la repentina enfermedad de Fidel Castro.

Ayer a las 21.30 horas el informativo nocturno de la Televisión Cubana, cerraba con un comunicado de gran trascendencia. El secretario personal de Fidel Castro, Carlos Valenciaga, daba lectura con la máxima solemnidad a un comunicado del comandante en jefe. Con visible preocupación, Valenciaga leía el escrito en el que Fidel anunciaba la cancelación provisional de todos sus compromisos durante "varias semanas" debido a una intervención quirúrgica provocada por una "crisis intestinal agunda con sangramiento sostenido". El comunicado informaba a la población de la cesión con carácter temporal de todos sus poderes a los miembros más cercanos del buró politico del Partido Comunista de Cuba, en especial a su hermano y presumible sucesor natural, Raúl Castro.

Este comunicado paralizó por completo el país. Los cubanos, sabedores del delicado estado de salud de Fidel, que cumplirá 80 años el próximo 13 de agosto, no pudieron evitar pensar en lo peor. La preocupación hizo mella en el pueblo cubano, que simpatizando más o menos con su comandante en jefe, sí es claramente consciente de la incertidumbre que conllevaría la desaparición del carismático líder revolucionario. Los cubanos que residen en Cuba no conciben un país sin la férrea dirección del viejo guerrillero.

Como observador, me impresionó la reacción del pueblo cubano ante la noticia. Mientras con toda seguridad los cubanos de Miami celebrarían la noticia entre tragos, acá tuve que abrazar a un hombre que lloraba amargamente Ay mi hermano, que no se muera ese hombre y que viva otros ochenta años. Un niño de corta edad, pedía a una imagen de Santa Barbara por la recuperación de su lider. Una mujer, que nunca me pareció especialmente comprometida con el régimen, gritaba a los cuatro vientos ¡que viva Fidel! ¡Que viva ese hombre! En las calles hoy se respira la tensión. Los CDR -Comités de Defensa de la Revolución, unidades políticas de barrio-, andan movilizados. Hoy no es buena idea irse de la lengua. Los cubanos comentan el asunto hablando en voz baja y vigilando quién está escuchando su conversación. Un comentario inapropiado puede tener hoy consecuencias.