¿Tranquilidad? El día después de la cesión de poder de Fidel Castro en Cuba.
Tras las primeras horas de tensión al conocerse que Fidel Castro transfería el control del estado cubano a su hermano Raúl, al menos aquí en Nueva Gerona, parece que los ánimos andan más calmados. Los cubanos parece que aceptan la versión oficial y piensan -o prefieren pensar- que la enfermedad del octogenario revolucionario es cosa pasajera. Hay que tener en cuenta, que la mayoría de la población cubana no ha conocido otro sistema de gobierno que el monopartidismo comunista de Fidel y sus revolucionarios, por lo que está más que justificado un temor ante posibles cambios.
Para un observador externo, en Cuba, hay una evidente falta de libertades individuales y una represión política y policial excesiva a todas luces. Sin embargo, hay que reconocer que, pese a todo, el nivel de vida de las clases más humildes -la mayoría de la población-, es mucho más digno en Cuba que en cualquier otro país del centro o sur del continente americano. Hace pocos meses viajé a Colombia, y allí podían verse seres humanos famélicos con aspecto de muertos vivientes y los niveles de delincuencia y violencia callejera alcanzan allá límites insostenibles. Y es bien cierto que esta misma realidad de hambre, miseria y violencia, se reproduce en la práctica totalidad del centro y sur americanos: Brasil, Bolivia, Venezuela, Perú, Haiti... Sin duda en estos paises el pueblo llano sufre más calamidades que sus hermanos cubanos. No olvidemos que el regimen cubano y el propio fidel consideran prioritarios la educación, salud, alimentación y vivienda del pueblo. Es por ello que cualquier cubano dispone de cuatro paredes donde guarecerse, arroz y frijoles en la cocina, una sanidad aceptable aunque desprovista de medicamentos y una educación gratuita y, política aparte, relativamente eficiente.
No me malinterprete, mi querido lector. Yo apuesto sin fisuras por la democracia como mejor sistema de gobierno para cualquier país del mundo. Sin embargo, cuando más contacto tengo con el pueblo cubano, más creo que el régimen comunista es un mal menor. Porque una Cuba sin Fidel, puede muy bien convertirse en un nuevo Santo Domingo: lujo y exclusividad para los turistas y miseria y hambre para el pueblo. Aunque claro, estas reflexiones las hago con prudencia, ya que sin duda son incomprensibles para un norteamericano o un europeo que no tenga el contacto que yo he podido tener con este pueblo.
Para un observador externo, en Cuba, hay una evidente falta de libertades individuales y una represión política y policial excesiva a todas luces. Sin embargo, hay que reconocer que, pese a todo, el nivel de vida de las clases más humildes -la mayoría de la población-, es mucho más digno en Cuba que en cualquier otro país del centro o sur del continente americano. Hace pocos meses viajé a Colombia, y allí podían verse seres humanos famélicos con aspecto de muertos vivientes y los niveles de delincuencia y violencia callejera alcanzan allá límites insostenibles. Y es bien cierto que esta misma realidad de hambre, miseria y violencia, se reproduce en la práctica totalidad del centro y sur americanos: Brasil, Bolivia, Venezuela, Perú, Haiti... Sin duda en estos paises el pueblo llano sufre más calamidades que sus hermanos cubanos. No olvidemos que el regimen cubano y el propio fidel consideran prioritarios la educación, salud, alimentación y vivienda del pueblo. Es por ello que cualquier cubano dispone de cuatro paredes donde guarecerse, arroz y frijoles en la cocina, una sanidad aceptable aunque desprovista de medicamentos y una educación gratuita y, política aparte, relativamente eficiente.
No me malinterprete, mi querido lector. Yo apuesto sin fisuras por la democracia como mejor sistema de gobierno para cualquier país del mundo. Sin embargo, cuando más contacto tengo con el pueblo cubano, más creo que el régimen comunista es un mal menor. Porque una Cuba sin Fidel, puede muy bien convertirse en un nuevo Santo Domingo: lujo y exclusividad para los turistas y miseria y hambre para el pueblo. Aunque claro, estas reflexiones las hago con prudencia, ya que sin duda son incomprensibles para un norteamericano o un europeo que no tenga el contacto que yo he podido tener con este pueblo.