13 enero 2008

La noche de Leticia y Tabatinga. Sabor amazónico.

Tras regresar de la selva, un buen baño en la piscina de mi hotel y de nuevo listo para disfrutar de las comodidades de la vida moderna. Esta noche he quedado con mi nuevo amigo Paul, el holandés con el que he compartido mi aventura en Gamboa, para cenar y descubrir la noche de Leticia y Tabatinga.

De entre la oferta gastronómica disponible, tras consultar con algún taxista, me decanto por cenar en el Restaurante Tres Fronteiras do Amazonas, en la Rua Rui Barbosa s/n de Tabatinga. Parece ser el mejor de la zona. Allí nos vamos. El restaurante, situado a orillas del río, es de lo más acogedor. Un excelente servicio a cargo de personal brasieño, nos ofrece la posiblidad de degustar carnes, pescados amazónicos, y hacerlo a la brasileña, es decir, acompañados de farofa -harina de mandioca- y excelente cerveza brasileña Antarctica de medio litro. La cena resulta ser excelente.

A la salida del restaurante, dudamos si continuar la noche en Leticia o en Tabatinga. Nuestras dudas quedarán aclaradas de inmediato. A pocos metros del restaurante, la policía llega al lugar donde acaba de ser asesinado a tiros un colombiano por un sicario motorizado. Decidido, nos vamos para Leticia. Tal y como nos había comentado el taxista colombiano que nos trajo hasta aquí, este lado de la frontera brasileña es más peligroso que el lado colombiano, en el que no suele haber incidentes violentos. Parece que tenía razón.

Tras superar un exaustivo control en la hasta ahora inexistente frontera entre Leticia y Tabatinga -Colombia y Brasil-, provocado sin duda por el asesinato del colombiano, nos dirigimos hasta un local que conoce ya Paul. Se trata del Mossh Bar, un acogedor pub de moderno diseño que se encuentra en el Parque Santander de Leticia. Allí tomamos las primeras cervezas, a la espera de que sea hora de acudir a la discoteca.

La discoteca de Leticia es Kahlúa, una típica discoteca colombiana, donde se sirven botellas y canecas de aguardiente a un público que se sienta en las mesitas situadas alrededor de la pista, y que se levanta a bailar cada vez que tiene ocasión. La música, como suele ser habitual en Colombia, combina clásicos de la salsa y el vallenato con el reggaeton y con música "de discoteca". Paul y yo, nos hacemos notar ya que somos de los pocos asistentes que se levantan a bailar única y exclusivamente los ritmos electrónicos. El aguardiente va haciendo mella en nosotros y las horas van cayendo. Hacemos algunas amistades incluso en la discoteca, que por parte de ninguno de los dos van a poder mantenerse. Ambos partimos al día siguiente: yo avión hasta Bogotá. Paul en barco hacia Iquitos, Perú.

Casi al amanecer termina nuestra gran noche en Leticia y Tabatinga. No es este uno de los principales atractivos de la zona, desde luego.

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