Un paseo por la ciudad de Cartago
Mi primer día en Colombia comienza muy temprano en la casa de Mauri, el el popular barrio de San Jerónimo. Se respira en el ambiente los preparativos de la gran fiesta que tendrá lugar en la cercana casa de su madre: el octavo cumpleaños de Kevin, y el primero que verá su padre después de cinco años fuera de su país.
Tras desayunar un excelente café y una arepa -especie de torta de maiz muy popular-, decido acompañar a Sandra, la tia de Kevin y a Ana, la novia de Mauri y al propio Kevin al centro de Cartago. Con todos horrores que he escuchado sobre Colombia en general y sobre esta zona en particular, mejor dar mi primer paseo por la ciudad en compañía de conocedores de la zona.
Cartago no es desde luego una ciudad atractiva. Su arquitectura es muy funcional y moderna. Casas bajas unifamiliares son el modelo más abundante. Apenas destacan en la torre y edificio de la catedral, de moderna costrucción y un par de grandes iglesias. El resto de la ciudad son calles más o menos anchas, plazas más o menos llamativas y modernas tiendas, supermercados. Abundan las tiendas de moda y calzado. No hay que olvidar que la industria textil colombiana es la más importante de toda América del Sur. De la vecina Medellín llegan todo tipo de piezas que se venden también aquí en Cartago.
El verdadero atractivo de esta ciudad, está desde luego en sus gentes. En la mañana de domingo, víspera de fiesta, todo el centro presenta un animadísimo aspecto. Las iglesias están repletas de gente. Colombia es un país que se declara católico en un 95%. La mayor actividad junto con las iglesias se observa en las tiendas y supermercados. Mucha gente hace sus compras para la noche y el lunes, que es festivo. Especiamente interesante me resulta la zona del mercado, al que se accede a través de unas estrechas y tumultuosas calles en donde conviene vigilar muy bien las pertenencias de uno. Allí encontramos uno de los rincones más atractivos que pude ver. Los mercados de la carne y productos agrícolas se encuentran en naves separadas. Los vendedores en sus puestos ofrecen todo tipo de productos. Como era de esperar, los mercados de Colombia reflejan la enorme riqueza de su agricultura y ganadería. Hierbas aromáticas y medicinales, frutas tropicales conocidas y desconocidas, carnes... Para un apasionado de la cocina y los mercados, un auténtico paraiso.
Tras la visita al mercado, me despido de mis acompañantes y decido dar un nuevo paseo por las calles céntricas de la ciudad, ya a mi aire. Es ya mediodía y el calor es abrasador. Hago una parada frente a los mercados en la agitada Cafetería Panadería Los Paisas donde una cerveza Poker y unas empanadillas de maíz y carne me ayudan a reponer fuerzas. Se acerca la hora de volver para la casa y echar una mano en los preparativos de la fiesta de Kevin. La tarde será larga.
Tras desayunar un excelente café y una arepa -especie de torta de maiz muy popular-, decido acompañar a Sandra, la tia de Kevin y a Ana, la novia de Mauri y al propio Kevin al centro de Cartago. Con todos horrores que he escuchado sobre Colombia en general y sobre esta zona en particular, mejor dar mi primer paseo por la ciudad en compañía de conocedores de la zona.
Cartago no es desde luego una ciudad atractiva. Su arquitectura es muy funcional y moderna. Casas bajas unifamiliares son el modelo más abundante. Apenas destacan en la torre y edificio de la catedral, de moderna costrucción y un par de grandes iglesias. El resto de la ciudad son calles más o menos anchas, plazas más o menos llamativas y modernas tiendas, supermercados. Abundan las tiendas de moda y calzado. No hay que olvidar que la industria textil colombiana es la más importante de toda América del Sur. De la vecina Medellín llegan todo tipo de piezas que se venden también aquí en Cartago.
El verdadero atractivo de esta ciudad, está desde luego en sus gentes. En la mañana de domingo, víspera de fiesta, todo el centro presenta un animadísimo aspecto. Las iglesias están repletas de gente. Colombia es un país que se declara católico en un 95%. La mayor actividad junto con las iglesias se observa en las tiendas y supermercados. Mucha gente hace sus compras para la noche y el lunes, que es festivo. Especiamente interesante me resulta la zona del mercado, al que se accede a través de unas estrechas y tumultuosas calles en donde conviene vigilar muy bien las pertenencias de uno. Allí encontramos uno de los rincones más atractivos que pude ver. Los mercados de la carne y productos agrícolas se encuentran en naves separadas. Los vendedores en sus puestos ofrecen todo tipo de productos. Como era de esperar, los mercados de Colombia reflejan la enorme riqueza de su agricultura y ganadería. Hierbas aromáticas y medicinales, frutas tropicales conocidas y desconocidas, carnes... Para un apasionado de la cocina y los mercados, un auténtico paraiso.
Tras la visita al mercado, me despido de mis acompañantes y decido dar un nuevo paseo por las calles céntricas de la ciudad, ya a mi aire. Es ya mediodía y el calor es abrasador. Hago una parada frente a los mercados en la agitada Cafetería Panadería Los Paisas donde una cerveza Poker y unas empanadillas de maíz y carne me ayudan a reponer fuerzas. Se acerca la hora de volver para la casa y echar una mano en los preparativos de la fiesta de Kevin. La tarde será larga.
Calle de Cartago, con la torre de la catedral al fondo. (Foto Juan Carlos Enrique)