22 junio 2008

Alicante la nuit. Fin de la escapada.

Tras un día tranquilo que rematé en mi sencilla habitación del Hotel Kris viendo el interesante partido de fútbol entre las selecciones de Rusia y Holanda, me eché de nuevo a la calle. Encontrar un lugar donde cenar con un mínimo nivel en una ciudad en fiestas nunca es fácil. Tras un par de frustrantes intentos, tuve la suerte de encontrar un local de la cadena entretapas y vinos, en la calle Bilbao 2, junto a la Rambla. Este restaurante, perteneciente a una cadena, ofrece una excelente carta de vinos, maravillosas carnes, delicatessen e interesantes postres. El personal argentino que atiende el establecimiento, cumple con seriedad y profesionalidad su función. Muy recomendable. Dos copas de Viña Mayor Crianza, una más que correcta ensalada caprese, uno deliciosos huevos estrellados con patatas y virutas de foie mi-cuit, una porción de tarta de chocolate y un poco de Enrique Mendoza Moscatel, me dan las energías que necesitaba.

Tras la cena, de nuevo a la calle. Es casi la una de la madrugada. La ofrenda de flores ha terminado ya y La Rambla se ha llenado de gente mayoritariamente muy joven -demasiado- que se dirige hacia el paseo marítimo y la explanada del puerto, sorteando las tradicionales barracas no abiertas al público donde apuran su cena los alicantinos de toda la vida al ritmo de la orquesta o el dj -más bien pinchadiscos- de turno. Me dejo llevar hacia la explanada. Gente, barracas, música, botellón, pólvora... Así son es la noche de Alicante en fiestas. En realidad el ambiente es muy similar a las Fallas de Valencia, pero a orillas del mar. Alicante es una ciudad muy abierta al Mediterráneo, sin duda.

Tratando de escapar mínimamente del bullicio y de tanto adolescente ruidoso, me adentro en el centro comercial y de ocio del puerto, plagado de restaurantes, pubs y terrazas de copas con vistas al puerto deportivo. Paso frente al Restaurante Dársena, posiblemente la más afamada arrocería de la ciudad, que todavía no tuve ocasión de visitar. Y después me adentro en un par de pubs de ambiente latino... Un público escaso y mayoritariamente latino se ha refugiado allí. No hay mucho ambiente. Un par de roncitos Brugal muy suaves con cola, perfectamente servidos, y abandono la zona.

Me adentro de nuevo en la marea humana, más ruidosa y aparentemente más joven que antes... En la Playa del Postiguet, esta sensación se intensifica. La playa está ocupada en su totalidad por una inabarcable masa de críos y lolitas , ellas vestidas para matar y ellos... disfrazados de Dios sabe qué. No encajo en este ambiente, es evidente.

A medida que me desplazo hacia el extremo sur de la playa, la gente va desapareciendo poco a poco... Son casi las cuatro de la madrugada y estoy ya cerca del hotel. Decido retirarme.
Mañana temprano dejaré Alicante y volveré a mi casa en Castellón. Los excesos de sol de la jornada y la visión de docenas de críos -y no tan críos- orinando en la arena de la playa me hacen desistir de volver al Postiguet al día siguiente. No sería higiénico...

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